EL PESO ESPIRITUAL DE NO SABER LEER
por Claudio Doro
Hay un pasaje bíblico que relata con gran exactitud lo que les quiero enseñar. Para ello situémonos en el libro de Los Hechos en capítulo 8. Ahí podemos observar cómo Felipe, uno de los discípulos del Señor, caminaba desde Jerusalén a Gaza movido por el Espíritu de Dios. En el camino encuentra un carruaje en donde viajaba un etíope que venía leyendo en voz alta Las Escrituras. Mas precisamente el libro de Isaías. Felipe se acerca a él y le pregunta si entendía lo que estaba leyendo, a lo que este hombre le responde: - "Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica"-.
Hoy, más de dos mil años después seguimos luchando con poder discernir lo que leemos en Las Escrituras. No sólo el leer, sino poder entender lo que leemos sigue siendo el principal enemigo espiritual en nuestras iglesias.
Empecemos por reconocer y apreciar nuestra realidad, sobre todo en América Latina, haciendo foco por supuesto en nuestro país la Argentina, en donde las estadísticas de estudios realizados recientemente (Los resultados de las pruebas Aprender 2021, llevadas adelante por el Gobierno Nacional) mostraron un deterioro significativo en la asignatura Lengua. Manifestando una grave dificultad en las personas, haciendo foco en los estudiantes, en comprensión de la lectura. Lo que comúnmente en los colegios se llama comprensión de textos. (Más del 44% de los alumnos en Argentina tiene serias dificultades). Estos resultados han arrojado que el nivel alcanzado para esta tarea está muy por debajo del nivel que han alcanzado en otros países más desarrollados en el mundo, como por ejemplo los de Europa. Y si a esto le sumamos el deterioro socio-económico de los últimos años, en donde vemos que sólo el 17% de la población ha alcanzado un nivel educativo alto y sólo la mitad de ese porcentaje ha realizado estudios universitarios, podemos apreciar que el panorama es bastante desalentador. Y este panorama al que hago referencia, se ve reflejado en una población carente de habilidades lecto-escritoras que no es capaz de leer un texto y comprenderlo más allá de su significado literal.
Ahora bien... ¿Qué tiene que ver la escritura con nuestra fe? Voy a tratar de explicarlo de la mejor manera posible para que se pueda entender.
Más allá de ese de 17% de la población que ha alcanzado ese nivel educativo alto y que por lo general se encuentra concentrado en las grandes ciudades, el resto de las personas son las que conforman, en su gran mayoría, las asistencias de las congregaciones locales. Este pobre nivel educativo que llega a las sillas de las iglesias para escuchar La Palabra de Dios, en muchos casos no saben leer o no saben leer adecuadamente o no tienen la capacidad de interpretar y discernir lo que se ha leído. Lamentablemente en ciertas ocasiones puede llegar a incluir a pastores y líderes.
Esto se torna sumamente grave cuando entendemos que lo que Dios quiere que aprendamos está incluido en un libro que todos conocemos como La Biblia, y ésta como cualquier libro educativo, requiere de su comprensión para su análisis y aplicación. Lo mismo ocurre con los innumerables libros interpretativos de distintos y prestigiosos autores que pretenden aportar claridad a lo que Dios nos quiere enseñar.
Cuando las redes sociales empezaron a formar parte de lo cotidiano en nuestras vidas, la predicación y las enseñanzas encontraron un terreno fértil para difundir La Palabra de Dios. Pero ese bombardeo constante de información debe ser contenido y procesado por la capacidad de comprender lo que se escucha y lo que se lee. Las personas que carecen de esas habilidades se ven en la dificultar de recibir el verdadero contenido de las Escrituras.
Pero debemos aclarar que ese mensaje sencillo de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo no llegará a nuestros corazones por medio de nuestras habilidades de lectura y escritura, sino por medio del Espíritu Santo. Pero debemos reconocer que el Evangelio es mucho más profundo aún y más entendible será para nosotros si podemos examinarlo desde los distintos ángulos, perspectivas y énfasis que nos ofrece desde el libro de Génesis al libro de Apocalipsis. Y para poder lograrlo, necesitamos crecer en nuestra mayor amplitud de comprensión de lectura.
Por supuesto que hay personas que por alguna condición mental no logran comprender la amplitud del Evangelio, y es por eso que debemos trabajar con amor y más dedicación en ellos para que entiendan la faceta más sencilla de la Palabra mientras oramos para que el Espíritu Santo pueda traerles la revelación. Pero esto no es excusa para quienes sí pueden crecer en sus habilidades de lectura teniendo en cuenta lo que nos enseñó Jesús en la parábola de los talentos en donde cada cosa que hemos recibido, debemos invertirla al máximo para que puede llevar fruto espiritual en Cristo.
Tal vez haya algunos que consideren que en la antigüedad el mensaje de Dios se transmitió sin la necesidad de una educación, pero para ello pensemos en lo que hizo Esdras con sus sacerdotes, enseñándole al pueblo la Palabra de Dios y lo que realizaron los reformadores traduciendo y transcribiendo la Biblia en distintos idiomas. ¿Para qué lo hicieron? ¿Para que tomarse la molestia de semejante empresa? Dios siempre quiso educar a su pueblo, instruirlo de tal manera que supiéramos, como dice 2 Timoteo 3:16-17
"16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."
En base a todo lo expuesto nos cabe preguntarnos:
- ¿Qué acciones concretas demos adoptar, sabiendo que gran parte de las personas frente a los púlpitos no y tienen una buena capacidad de lectura?
- ¿Debemos comenzar a tomarnos el tiempo para la lectura como algo prioritario?
- ¿Debemos promocionar dentro de las congregaciones el hábito de lectura?
- ¿Se deberían formar talleres en dónde las personas aprendan a analizar los textos por ellos mismos, para que esa manera puedan desarrollar un crecimiento en la interpretación de los textos bíblicos por ellos mismos?
Creo que las respuestas a estas preguntas en un rotundo y categórico "SÍ".
Por tal motivo se debería propiciar los espacios de crecimiento y dejar un poco de lado las conferencias, prédicas de pastores invitados y otras actividades. Porque si bien muchos pueden ser edificados con la Palabra de los grandes oradores de nuestro tiempo ¿Quién puede asegurar que todos lo que están sentados escuchando, han podido seguir el ritmo de lo que se estaba exponiendo?
Por último, deberíamos preocuparnos por la formación de nuestros
pastores, porque son ellos quien deben enseñar y muchos de ellos evidencian
serias falencias en la lecto-escritura que ponen en riesgo el mensaje
comprendido que posteriormente deben transmitir a la congregación. Aunque cada
vez es más importante una formación integral en el área educativa, la mayoría
de ellos solo tienen una formación adquirida en forma lineal y tradicional en
algún seminario, donde enseñan Biblia y Teología durante algunos años, mientas
que hay otros pastores que ni siquiera han asistido ni instruído. Es necesario que los
líderes de las iglesias tengan la capacidad necesaria para analizar tantos
textos antiguos como modernos, a fin de capacitarse a través del ejercicio de
la lecto-escritura a los efectos de estar preparados para la obra a la que
fueron llamados por medio del Espíritu Santo. El cual capacitará según y
conforme como use ese talento que Dios haya depositado en él..
claudiodoro@azradiocristiana.com