JEREMÍAS
Jeremías pide a la nación que se vuelva a Dios. Al mismo tiempo, Jeremías reconoce la inevitabilidad de la destrucción de Judá debido a su idolatría e inmoralidad impenitente. Contiene 52 capítulos y 1364 versículos, y fue escrito por el mismo profeta en el año 586 a.C.
Jeremías 1,5: "Antes de formarte en el seno materno te conocí, y antes de que salieras del vientre
te consagré, y te hice
profeta de las naciones".
Jeremías 17:9: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y desesperadamente
corrupto; ¿quién lo conocerá?"
Jeremías 29:10-11, "Así dice el Señor: 'En cuanto se cumplan los setenta años de Babilonia, volveré a mirarte y cumpliré mi buena palabra sobre ti, trayéndote de nuevo a este lugar. Soy yo quien sabe qué pensamientos tengo sobre vosotros, dice Yahveh; pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que deseáis".
Jeremías 52:12-13, "El día diez del quinto mes, en
el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén
Nabuzaradán, jefe de la guardia y servidor
del rey de Babilonia. Y quemó la casa del SEÑOR, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén, y entregó a las llamas todos los edificios
importantes.
El Libro de Jeremías es esencialmente un mensaje de juicio sobre Judá por su idolatría desenfrenada (Jeremías 7:30-34, 16:10-13, 22:9; 32:29; 44:2-3). Después de la muerte del rey Josías, el último rey justo, la nación de Judá había abandonado casi por completo a Dios y sus mandamientos. Jeremías compara a Judá con una prostituta (Jeremías 2:20; 3:1-3). Dios había prometido que juzgaría la idolatría con mayor severidad (Levítico 26:31-33, Deuteronomio 28:49-68) y Jeremías estaba advirtiendo a Judá que el juicio de Dios estaba cerca. Dios había librado a Judá de la destrucción en numerosas ocasiones, pero su misericordia había llegado a su fin. Jeremías registra al rey Nabucodonosor conquistando y dominando a Judá (Jeremías 24:1). Después de más rebelión, Dios trajo a Nabucodonosor y a los ejércitos de Babilonia para destruir y desolar a Judá y Jerusalén (capítulo 52 de Jeremías). Incluso en el juicio más severo, Dios promete la restauración de Judá a la tierra que Dios le había dado (Jeremías 29:10).
Jeremías 23:5-6 presenta una profecía de la venida del Mesías, Jesucristo. El profeta lo describe
como un renuevo
de la casa de David
(v. 5; Mateo 1), el Rey que reinaría con sabiduría y
justicia (v. 5, Apocalipsis 11:15). Es Cristo quien finalmente será reconocido
por Israel como su verdadero Mesías al ofrecer
la salvación a sus elegidos
(v. 6, Romanos 11:26).