HAGEO
Hageo trató de desafiar al pueblo de Dios con respecto a sus prioridades. Les llamó a reverenciar y glorificar a Dios mediante la construcción del Templo, a pesar de la oposición local y oficial. Hageo les instó a no desanimarse porque este templo no estaría tan ricamente decorado como el de Salomón. También les instó a abandonar la impureza de sus caminos y a confiar en el poder soberano de Dios. El libro de Hageo es un recordatorio de los problemas a los que se enfrentaba el pueblo de Dios en aquella época, de cómo el pueblo confió valientemente en Dios y de cómo Dios suplió sus necesidades. Este libro consta de 2 capítulos y 38 versículos escritos por el profeta en el año 520 a.C.
¿Revisará el pueblo de Dios sus prioridades, tomará valor y actuará según las promesas de Dios? Dios trató de advertir a la gente para
que prestara atención a sus palabras. Dios no sólo les advirtió, sino que
también les ofreció promesas a través de su siervo Hageo para motivarlos a
seguirlo. Debido a que el pueblo de Dios invirtió sus prioridades y no puso a Dios en
primer lugar en sus vidas,
Judá fue enviado
al exilio babilónico. En respuesta a la
oración de Daniel y como cumplimiento de las promesas de Dios, el Señor ordenó al rey persa de la época, Ciro, que permitiera a los judíos en el exilio regresar a Jerusalén. Un grupo
de judíos regresó a su tierra con gran alegría, puso a Dios en primer lugar en
su vida, le rindió culto y comenzó a reconstruir el Templo de Jerusalén sin la
ayuda de los habitantes de Palestina. Su valiente fe encontró la oposición de
la población local y del gobierno persa durante
unos 15 años.