ECLESIASTÉS
El Eclesiastés es un libro de perspectiva. La narración del "Predicador", o "Sabio", revela la depresión que inevitablemente resulta de buscar la felicidad en las cosas mundanas. Este libro ofrece a los cristianos la oportunidad de ver el mundo a través de los ojos de una persona que, aunque muy sabia, intenta encontrar el sentido de las cosas humanas y temporales. Casi todas las formas de placer mundano son exploradas por el Predicador, y ninguna de ellas le da sentido. Tiene 12 capítulos, 222 versículos, es de autor desconocido y fue escrito en 900 a.C.
Al final, el Predicador llega a aceptar
que la fe en Dios es la única manera
de encontrar el sentido personal. Decide aceptar el hecho de que la vida
es breve y, en última instancia, inútil sin Dios. El predicador aconseja al lector que se centre en un Dios eterno y no en el placer
temporal.
Eclesiastés 1:18: "Porque en la mucha sabiduría hay mucho cansancio, y el que aumenta
el conocimiento aumenta
el dolor".
Eclesiastés 2:11: "Consideré todas las obras que mis manos habían
hecho, y también el trabajo
que con esfuerzo había realizado; y, he aquí, todo era vanidad y correr tras
el viento, y no había
provecho bajo el sol."
Eclesiastés 12:1,
"Acuérdate de tu Hacedor en los días de tu juventud, antes de
que lleguen los días malos
y los años de los que dirás:
no me gustan".
Eclesiastés 12:13: "El fin de
todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque
esto es el todo del hombre.."Dos frases se repiten muchas veces en el
Eclesiastés. La palabra traducida como "vanidad" aparece muchas veces
y se utiliza para enfatizar la naturaleza temporal de las cosas mundanas. Al
final, incluso los logros humanos más impresionantes quedarán atrás. La
expresión "bajo el sol" aparece 28 veces y se refiere al mundo
mortal. Cuando el predicador se refiere a "todas las cosas bajo el
sol", está hablando de cosas terrenales, temporales, humanas.
Los primeros siete capítulos del libro del Eclesiastés
describen todas las cosas mundanas "bajo el sol" en las que el
predicador trata de encontrar satisfacción. Prueba los descubrimientos científicos (1:10-11), la sabiduría y la filosofía (1:13-18 ), la alegría (2:1), el alcohol (2:3), la arquitectura (2:4), las posesiones
(2:7-8) y la lujuria (2:8). El Predicador se centró en diferentes filosofías
para encontrar el sentido, como el materialismo (2:19-20) e incluso
los códigos morales (incluidos los capítulos 8-9). Descubrió que todo
era vanidad, una distracción temporal que, sin Dios, no tenía propósito ni duración.
Los capítulos 8-12 del Eclesiastés describen las
sugerencias y comentarios del Predicador sobre
cómo debe vivirse
la vida. Llega
a la conclusión de que sin
Dios no hay verdad ni sentido de la vida. Había visto muchos males y se dio cuenta de que incluso los
mejores logros del hombre no tienen valor a largo plazo. Así, aconseja al lector conocer a Dios desde la juventud (12:01) y seguir su voluntad (12:13-14).