¿A CUÁL PERTENECES?

21.02.2023

por Claudio Doro


(En dos ejemplos)

Es indudable que la religión cristiana se ha atomizado. Se ha partido en pequeños fragmentos, en los que cada uno de ellos se adjudica que son los poseedores legítimos, según sus percepciones, de la "Sana Doctrina". Cuando leemos la Biblia vemos que Jesús no vino a instalar ninguna nueva religión, de hecho, él era judío y tampoco vino a instalar alguna nueva denominación judía. Él vino a ofrecernos la posibilidad de renovar nuestra fe a través de un nuevo nacimiento espiritual. Caminó, enseñó, discipuló y murió para que ello ocurriera. Habló del pasado trayendo a memoria las Escrituras, enseñó en ese presente mientras caminó en esta tierra y hasta supo hacernos ver, ya desde ese tiempo lo que iba a ocurrir en un futuro.

Una de esas cuestiones que iban a ocurrir son las que estamos viviendo en nuestros días y habla de las divisiones. Divisiones que se vienen arrastrando desde las cartas a los Corintios. Pero lo cierto es que, más allá de las advertencias del apóstol Pablo, no supimos capitalizar esas indicaciones manifestadas por el Espíritu Santo, llegando hoy a un cúmulo de denominaciones cristianas numerosas, por cierto, que en lo único que se destacan todas ellas es en la capacidad que ha tenido el hombre para dividir el espíritu de un mensaje que solo buscaba unir para salvación.

¿Entonces las denominaciones no sirven?

Es cierto que cada una de ellas subsisten, en primer lugar, porque Dios lo ha permitido evidentemente con un propósito superior, y que creo es el que las personas en principio,  se acerquen a Él; y en segundo lugar, porque tienen seguidores por supuesto. Desde mi modesto punto de ver las cosas, tengo que admitir que por más esfuerzo que uno se proponga para no pertenecer a ninguna de ellas, lo cierto es que siempre va a existir por medio de la interpretación que hagas de la Escritura, algún punto en común, de tal manera que se hace inevitable acercarse a una u otra denominación en algún área.

Sin embargo, mi respuesta a la pregunta anterior es un categórico "NO". - "NO SIRVEN PORQUE A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS DIVIDEN EL CUERPO DE CRISTO" -

Para poder explicarlo voy a dejar en claro que no tengo la intención de ofender a ninguna de esas denominaciones, cada uno tiene la libertad de elegir qué tipo de fe quiere profesar y de qué manera quiere hacerlo, de mi parte por lo que creo, me veo en la inquietud de exponerte mis pensamientos basados en una percepción personal fundamentada en las mismas Escrituras. Pero sí, voy a necesitar que prestes la mayor atención posible para que logres entender lo que te quiero dar a conocer.

Muchos de nosotros provenimos de una fe católica, en mi caso no practicante como tantos que hasta hoy en día siguen perteneciendo. Pero cuando uno conoce la iglesia evangélica, de alguna manera, se abre un mundo espiritual muy distinto al que uno tendría que venir acostumbrado. Digo "tendría" porque como te dije, en mi caso, no era practicante ya que nunca se me inculcó el estudio de la Biblia más allá de las preparaciones obligadas sobre el ritual de "la comunión". La cuestión es que uno comienza a darse cuenta que muchas cosas de la iglesia católica no tienen sustento en la Biblia a medida que comienza a leerla. Cosas que no son correctas y que se intenta sostener con interpretaciones rebuscadas, dudosamente fundamentadas en algunos versículos. Y a medida que uno va adquiriendo y creciendo en ese conocimiento, no interesa si es mucho o poco, siente cierto alivio de haber podido despegarse de esa doctrina porque el contraste con la fe católica se evidencia enseguida ¿Que te quiero decir, a que me refiero? Te lo explico:

Los católicos creen en María como intercesora para llegar a Cristo y por supuesto al Padre y, en una cantidad de santos también. Sin embargo, dice la Biblia que sólo hay un intercesor para llegar a Dios y ese es su hijo Jesucristo -"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre"- 1 Ti 2:5 (RV60). Otras de las cuestiones que es propia de los católicos es la adoración de imágenes. En cierta oportunidad tuve la ocasión de hablar con un sacerdote católico al respecto, y ante este cuestionamiento la respuesta fue: "Que ellos no adoran la imagen, sino lo que representa", pero sin embargo se postran delante de la imagen, la besan y la entronizan llevándola y cargándola en cada procesión que realizan. El "purgatorio" no existe. No hay registro en la Biblia que haga mención a ello. La cuestión de bendecir con "agua bendita", tampoco hay registro. "Rezar el Rosario" otro invento de hombres totalmente cuestionable en las Escrituras, el hecho de las vanas repeticiones en las oraciones que tanto desagrada a Dios (Mateo 6:7-8). En el catolicismo cuando te castigan te mandan a rezar, cuando la oración tiene que ser el medio constante de la comunión con Dios. Las indulgencias plenarias, el bautismo de bebes, realizar sacrificios corporales, como por ejemplo subir de rodillas las escalinatas de alguna iglesia o catedral; y muchas más cuestiones que contradicen diametralmente a la Palabra de Dios.

En base a todo esto y al entrar y formar parte de una iglesia evangélica, nos sentimos a resguardo porque entendemos, a medida que conocemos la Biblia como mencioné anteriormente, que comenzamos a andar conforme a la Palabra de Dios. Pero, lamentablemente tampoco es tan así y también te lo explico:

Hemos visto que la iglesia católica basa su existencia en doctrinas de hombre basadas en tradiciones. Tradiciones que se han mantenido a través de los siglos.

Pero la iglesia evangélica también tiene lo suyo.

En primer lugar, y mas que trillado, tenemos el tema del "Diezmo". Si bien es bíblico, porque se hace referencia en las Escrituras, no es aplicable a la iglesia cristiana porque es una cuestión meramente inherente al pueblo y gobierno hebreo. Hay argumentos interpretativos más que suficiente como para determinar tal cuestión a la luz de la Palabra de Dios. (Te invito a que puedas leer el artículo "¿Diezmo sí, o Diezmo no?).

"Los ungidos de Dios", los pastores de las congregaciones y los proclamados profetas y apóstoles que deambulan de iglesia en iglesia trayendo nuevas revelaciones a los desprevenidos creyentes. Hay personas que, en primer lugar, merodean detrás del pastor, sirviéndole, regalándole cosas, buscando la aprobación de cada cosa que hacen y hasta tocándolos y sintiendo la necesidad de invitarlos a sus casas, pensando que de ese modo recibirán la bendición del ungido de Dios, rosando en el mejor de los casos, la idolatría al encargado de obra. Son obsecuentes y demagogos esperando siempre la aprobación del líder. No se cuestiona al pastor y se acepta todo lo que diga. La sujeción que habla Hebreos 13:17 en donde dice: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso"; no está hablando de sometimiento y dependencia; porque eso no produce crecimiento. En segundo término, los profetas y apóstoles modernos son un tema que da mucha tela para cortar, pero que definitivamente son recibidos en las congregaciones como ungidos que merecen todo tipos de honores y en dónde se los espera para oír de sus bocas que nuevas revelaciones traen para las iglesias.

"Las mujeres pastoras". No hace mucho concurría a una iglesia con "pastora". Muchas iglesias evangélicas autorizan a las mujeres ejercer autoridad sobre los hombres, predicando y dando enseñanzas en los cultos y reuniones, oponiéndose directamente a la Palabra de Dios como dice en 1 Timoteo 2:12: "Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio" . Se basan en algunos personajes bíblicos que ejercieron determinada influencia sobre el pueblo hebreo, en situaciones únicas e irrepetibles que no ameritan de ninguna manera la existencia de tal ministerio. Sin embargo, sí es de suma importancia las distintas tareas que pudieran desempeñar dentro de las instituciones religiosas. Dichas tareas, que nos son la prédica ni las enseñanzas en los cultos generales, no las excluyen, ni se las disminuyen como si estuvieran desempeñando tareas menores, ni mucho menos son vistas con inferioridad antes los ojos de Dios y los hombres. por el contrario son pilares fundamentales de sus familias y de la familia eclesiástica, como tantas veces lo mencionó el Apóstol Pablo.

"Cubrir con la sangre de Cristo las cosas", es algo inadmisible que nuestro Señor Jesucristo haya derramado su sangre en la cruz del calvario para cubrir, por ejemplo, ¿Nuestro auto? ¿Nuestra bicicleta? o ¿Para cubrirnos cuando tengamos que salir? Es totalmente evangélico, pero no es bíblico, ¡Es pura tradición herética absoluta!

"Declarar y decretar", ¿Realmente hay alguien que se crea con la autoridad de darle una orden a Dios? Dejando de lado la palabra de Santiago 4:15-16 que dice: "Lo que deberían decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. De lo contrario, están haciendo alarde de sus propios planes pretenciosos, y semejante jactancia es maligna". Dios fue, es y será quien declara, no el hombre. Otro error evangélico.

En definitiva, creo que tanto de un lado como del otro las cosas se han desvirtuado tan profundamente que para algunos, se hace prácticamente imposible de diferenciar de una práctica que es una totalmente tradicionalista de la verdadera Palabra de Dios.

Lamentablemente esto de tomar la verdad y distorsionarla es una práctica que Satanás viene realizando desde los comienzos de la humanidad y personas desprevenidas sin conocimiento, pero por sobre todo sin discernimiento bíblico, caen presas de estas mal interpretaciones siendo cautivas de tradiciones totalmente opuestas a lo que realmente dicen Las Escrituras.

Hemos hablado de dos denominaciones, pero existen más, pero es necesario que entendamos que la verdadera libertad está en el discernimiento de la Palabra de Dios. Ese discernimiento, mas allá de discrepar en algunas cuestiones, nos tendría que unir mas como hermanos en Cristo, porque nos permitiría crecer.

El gran despertar del siglo XVIII fue el avivamiento mas grande de la historia después de la Reforma. Dos de los predicadores principales fueron George Whitefield y John Wesley. Se conocieron en Oxford allá por el año 1732 y pronto fueron grandes amigos. Se respetaban mutuamente a pesar en no estar de acuerdo en sus teologías. Whitefield era "calvinista", y Wesley "arminiano" (veremos las diferencias en otro artículo) y sus seguidores se peleaban y discutían constantemente por este asunto. Cierto día le preguntaron Whitefield si pensaba si algún día vería a Wesley en el cielo. Este pensó un instante y respondió para la sorpresa de todos que "NO", pero continuó: "No creo que veré a Wesley porque él estará adelante, tan cerca del trono y yo tan lejos que no lo voy a poder ver por el brillo de Nuestro Salvador." Charles Spurgeon dijo al respecto: "Ellos discutieron entre sí como hermanos, no como enemigos y ambos se apreciaban mucho aún cuando, incluso, no estaban de acuerdo." Cuando Whitefield estaba por fallecer, éste pidió que su amigo Wesley predicara el Evangelio en su funeral.

 El escucharnos nos daría la posibilidad de corregir o afianzar el conocimiento adquirido para mejorar nuestra relación con Dios. De nada sirve aislar o expulsar a un hermano de una iglesia por el solo hecho de pensar distinto en algún punto. Pero para que eso ocurra uno se tiene que despojar de todo dogma y adoctrinamientos para que de esa manera podamos destruir esa coraza tradicional y religiosa impuesta por las denominaciones y recién ahí seremos una sola iglesia.

claudiodoro@azradiocristiana.com